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13 de enero de 2025

Son padre e hijo, comparten un equipo de camiones y pelean por el triunfo en el Dakar: sus secretos a bordo de los gigantes

Mitchell Van Den Brink es segundo en la categoría y con 22 años busca su primer triunfo. Lo ayuda su padre Martin, quien corrió en Argentina y guarda un grato recuerdo de su experiencia

>Los neerlandeses tienen una gran tradición camionera que va más allá del transporte. En la historia del Rally Dakar tuvieron varios exponentes con el recordado La noche cae temprano en el invierno saudita y a las 17.30 oscurece. Los camiones comienzan a llegar y, luego de la cena, los neerlandeses se prestan al diálogo. Al informarles que es para un medio argentino, Martin se hace eco del fenómeno Franco Colapinto en la Fórmula 1 y afirma “ese chico va fuerte”. Se muestran con mucha calidez y hasta invitan a sentarse en la misma mesa de madera en la que comparten la comida con el resto de los integrantes del equipo.

Martin tiene 54 años y corrió las diez ediciones en Sudamérica. Guarda un gran recuerdo de Argentina y cuenta que “era hermoso correr allí, por la gente que es muy apasionada, los paisajes y el clima. Acá es lindo, pero Sudamérica y Argentina fue mejor”.

En la presente edición es protagonista junto a su hijo, quien es segundo en la clasificación general y pelea por el triunfo. “Estamos en las seis primeras posiciones. Michell es segundo y tenemos que llevarlo al podio. La clave del Dakar no es ser el más rápido, sino evitar los problemas”, describe quien supo ser tercero en la clasificación general en 2023 luego de haber ganado una etapa.

Sobre el hecho de compartir equipo con su hijo, cuenta que “es especial ya que además somos compañeros de equipo. Su primer Dakar fue con 16 años y fuimos compañeros en la tripulación porque él hizo de mecánico (se suman el piloto y el navegante)”. Pero aclara que “en carrera no pienso que es Mitchell y acá competimos todos de igual. Él dentro del equipo es uno más y todos nos tenemos que respetar. Sí, nos ayudamos en la estrategia cuando uno está peleando adelante y el otro ya no tiene chance, como pasa ahora. Una vez que llegamos al campamento, si hay ayudar a los mecánicos lo hacemos”.

Explica que en su país hay una fuerte tradición camionera porque “se usa mucho para la carga en los puertos. Por ejemplo, el de Rotterdam es uno de los más importantes del mundo. Hay mucho trabajo con el transporte y en los puertos tenemos una relación con los estibadores. Se puede decir que el nuestro es un ‘país camionero’”.

Martin y Mitchell corren con sendos Iveco Powerstart de 13.000 cm3 que erogan unos 1.050 caballos de potencia y pesan 8.750 kilos cada uno. Los camiones llaman la atención porque son gigantes de la velocidad que son un clásico y suelen entregar una lucha abierta en cada edición. Al término de la séptima etapa disputada este domingo, Mitchell mantuvo su segundo puesto en la clasificación general, pero en los cinco días restantes deberá recortarle dos horas y ocho minutos al checo Martin Macik, que también compite con un Iveco, pero del equipo MM Technology. Martin, por su parte, es sexto.

Recuerda su primera experiencia en el Rally Dakar con apenas 16 años: “Fue como mecánico de mi padre, en Perú (abandonaron en la tercera etapa). Luego de sumar experiencia pude correr con mi propio camión y cada vez que me subo voy por la victoria”. Fue de menor a mayor, ya que en su estreno como piloto resultó 19º (2021), luego fue décimo (2022), cuarto (2023) con una etapa ganada y tercero el año pasado, también con un triunfo parcial, algo que repitió en la presente edición.

“Es muy especial correr en camiones porque es una categoría muy popular en nuestro país. De chico lo miraba por televisión en vivo y poder competir hoy es un sueño hecho realidad”, confiesa.

Una de las maniobras que más sorprenden es cuando un camión cruza por encima de las dunas gigantes. El joven Van Den Brink devela la técnica que debe emplearse: “Ahí la potencia es clave para llegar a la cima y nunca hay que perder el ritmo a medida que vas subiendo. Lo hacemos siempre de forma fluida, porque ahí no siempre se debe conducir recto. Si se complica, hay que ir subiendo la duna de derecha a izquierda o viceversa, siempre dependiendo del viento. El camión a medida que se va moviendo de un lado a otro va creando su lugar para poder llegar a la cima. Pero el ritmo debe ser constante. Una vez en la cima, debes bajar con mucho cuidado, levantando el pie del acelerador”, explica”.

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