21 de enero de 2025
La increíble historia del auto de Fórmula 1 argentino: a 50 años de la patriada de Oreste Berta
Cómo fue la odisea del Mago de Alta Gracia para intentar correr en el Gran Premio de Argentina de 1975. La emoción y el recuerdo de su piloto, el Nene García Veiga. Y quiénes son los responsables de rescatar sus restos
Oreste llevó a su piloto, que en ese momento era Néstor Jesús García Veiga. En la primera prueba el Nene quedó a solo dos segundos y medio del récord del circuito de Willow Spring (al norte de Los Ángeles) que había hecho Mario Andretti. Cuando volvieron al taller los mecánicos de Berta se desquitaron con Mir y eso “no fue acertado, sobre todo con alguien de desmesurado amor propio”, reconoció Berta.
“Al día siguiente, cuando fuimos a trabajar, nuestro auto ya no estaba allí. Francisco me dijo que podía volver a atender mi trabajo en Argentina, que ellos se encargarían de reemplazar lo convenido con el material aeronáutico, cambiar las ruedas de aluminio por las de magnesio y colocar un buen motor. Él me avisaría cuando el auto estuviera en condiciones para volver a probar y correr…”, relató.Al día siguiente los mecánicos tomaron sus herramientas y se fueron en una pequeña furgoneta. Mir echó a todos los que quedaban del equipo original y tampoco le quiso devolver el auto a Berta. “Me dijo que era de él. Ofrecí pagarle los cuatro mil y pico de dólares que me había adelantado para fabricarlo, pero no hubo caso”, se lamentó.
Ya de vuelta en el país con el auto, Oreste quiso que corriera en los Grandes Premios de F1 de la Argentina y Brasil. Modificaron el monoposto y le adaptaron un motor Berta V8. El Fórmula 5000 fue rebautizado como Berta LR F1. Lo de LR era por el diario La Razón cuyo dueño, Patricio Peralta Ramos, apoyó a Para adaptar el auto a las exigencias de la F1, se cambiaron las geometrías de las suspensiones para las gomas de trece pulgadas normales para los autos de la Máxima. Ruedas Argentinas les fabricó las ruedas de aluminio y la brasileña Italmagnesio les hizo las de magnesio, más livianas.
Entonces el Mago optó por los anteriores pistones nacionales aumentando otra vez la potencia, pero inesperados inconvenientes llevaron a fundir la planta motriz. Se cambió el tipo de aceite y aún así persistió el problema, aparentemente indescifrable. Al exigir los pistones, sistemáticamente se fundían y así se perdieron cuatro motores con los cojinetes de biela destrozados. A Berta le quedaban otros dos impulsores, pero no quiso arriesgarlos.
Oreste habló con los hermanos Emerson y Wilson Fittipaldi, quienes para 1975 hicieron su patriada con un equipo brasileño de F1. Ellos, en caso de una emergencia, les ofrecieron un motor Cosworth (uno de los más exitosos en la F1) con la condición de devolvérselo funcionando. “Cuando analicé a conciencia el compromiso que tomaba, me di cuenta de que no contaba con los fondos necesarios para asegurar el cumplimiento de la promesa si debía reponerlo en caso de una rotura”, admitió Berta.Oreste inscribió su auto y a García Veiga para la carrera disputada hace 50 años. Se fue al Autódromo donde se encontró con algunos equipos que ya habían llegado. Habló con Bernie Ecclestone, en ese momento dueño de Brabham, donde corría Carlos Alberto Reutemann. El team-manager le ofreció enviarle un motor desde Inglaterra, pero Berta cayó a la realidad. “Antes de contestar me detuve a reflexionar: el motor llegaría a último momento, había que adaptarlo, el chasis apenas estaba probado… Llegué a la conclusión de que estábamos locos, y más loco Arturo Scalise que yo, ya que no estaba dispuesto a parar. Me costó hacerle entender por qué, lo que intentábamos hacer, era una locura. De cualquier manera, jamás olvidaré la grandeza de su gesto”, se sinceró.
“Así terminó para nosotros la historia del Berta LR F1 y nuestra tentativa de correr con un auto competitivo y completamente argentino. El costo del proyecto fue todo nuestro y con la participación de amigos que contribuyeron con productos o pequeñas sumas de dinero o fabricando algunas piezas. No acepté ningún sponsor porque estaba cansado de las críticas injustas que recibía cuando no obtenía el único resultado que mucha gente acepta: ganar”, confesó.Para profundizar sobre aquellos días, Infobae habló con García Veiga: “Hice la mayoría de las pruebas y el auto iba muy bien. El desarrollo del motor Berta anduvo bien tan bien o mejor que el Cosworth, salvo por las roturas porque, cuando no se cortaba una válvula, se rompía una biela. Pero hay que aclarar que se hizo todo a pulmón ya que para el proyecto de F1 Oreste no recibió centavo. Lamentablemente ese proyecto se cortó por la falta de apoyo. De haber tenido el apoyo necesario el auto podría haber corrido en la F1 y mantenerse en la categoría”, cuenta el Nene.“En ese momento tenía 29 años y estuve a punto de poder correr un Gran Premio de F1 delante de mi gente y con un equipo y auto argentinos. Fue todo muy emocionante”, concluye García Veiga, quien con un coche de Berta fue campeón de la F1 Mecánica Argentina en 1973.
En 1975 el coche volvió a los Estados Unidos porque Berta llegó a un acuerdo con Bill Simpson (ex piloto estadounidense que tuvo su equipo de competición) para volver a participar en la Fórmula 5000 con Luis Rubén Di Palma y el estadounidense Rick Mears al volante. El coche no rindió y luego fue devuelto a la Argentina, pero la Aduana tardó varios años en permitirle a Berta acceder al auto o a sus restos…“Años más tarde, en una carrera en La Plata, me encuentro con Hugo (Pulenta) y le pregunto qué iba a hacer con los autos y le digo a Daniel Van Lierde (coleccionista que es propietario del Torino 1 de las 84 Horas de Nürburgring) para que los compre. Después conseguí hacer un convenio con Oreste para restaurar los coches y como nosotros ya teníamos otros dos (un Berta F1 MA y un Berta LR SP) acordamos lo siguiente: nosotros nos quedamos con un Berta LR SP que corrió en Brasil y con el F1; y Oreste con el LR que corrió en Europa y con el F1 MA”, explica Eduardo, quien agrega que para el F1 tienen un motor Chevrolet V8 de 5.000 cm3, block 283, que era de un modelo Impala.
Los restos de la carrocería volvieron a La Fortaleza de Alta Gracia. Hace unos años, en diálogo con CORSA, Oreste confesó que “el F1 fue un auto especial. Al menos lo intentamos. Hubiese sido grandioso poder largar el Gran Premio. Me gustaría tener el auto en marcha y ver cómo funciona. Quiero probar un motor en el dinamómetro y luego en pista para ver cómo corría en su momento”. Tiempo más tarde volvieron a la familia Dauria y hoy ellos los tienen. Cuando pueden, van haciendo los trabajos de reconstrucción.