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13 de mayo de 2024

“Gracias por todo Flaco”: por qué Traverso fue el último gran ídolo del automovilismo argentino

Ganador, carismático, dueño de hazañas increíbles y frases que dejaron su sello. Rechazó su única chance de correr en la Fórmula 1 por ayudar a su padre

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Traverso gana con el auto en llamas en Gral. Roca 1988

A esa altura volvió al TC por pedido de Oscar Aventín, entonces referente y bicampeón de la especialidad. El Puma de Morón le pidió que lo ayude para terminar con las carreras en ruta, tras los trágicos accidentes de Roberto Mouras en Lobos 1992 y Osvaldo Morresi en La Plata 1994.

El Flaco regresó con gloria y fue tricampeón entre 1995 y 1997 con Chevrolet. El primer año de ese tridente exitoso lo hizo con una revolución e incorporó el super profesionalismo al automovilismo argentino con un motorista y chasista exclusivos, Jorge Pedersoli y Alberto Canapino, respectivamente. El mejor presupuesto de todos con la conocida empresa de correos.

En 1995 logró un hito único e irrepetible al ser campeón de TC y TC 2000, el último en la especialidad, ya con un Peugeot 405.

En esa época sus frases fueron un clásico como el “quién carajo es Nora Vega”, en disgusto por no ganar el Olimpia de Oro ante la patinadora que brilló en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata 1995. No le gustaba perder.

En 1998, ante la imposibilidad de batir a un joven Guillermo Ortelli en el TC, reconoció que en la última carrera en Olavarría se dejó pasar para no ser subcampeón y terminar tercero. “Emilio Satriano lo perdió, no yo”, dijo ese día en referencia al otro aspirante al cetro.

Otro ícono fueron sus inolvidables puteadas, la más célebre contra Gabriel Ponce de León en Río Cuarto 2004, cuando tras un toque del piloto de Junín y choque gritó ante las cámaras de televisión: “Pendejo hijo de re mil puta y c... de su madre, estoy para cagarlo bien a trompadas”. Aseguró que la puteada era terapéutica porque le ayudaba a no hablar de más: “Si alguien te dice ‘no, mire, no pienso igual porque...’. Yo le digo, ‘usted es un pelotudo’, y se terminó la charla”.

El joven remisero de Mirtha Legrand, el que se retiró en 2005 antes de largar una serie de TC en Olavarría porque ya “no tenía ganas”. El que fue rival y amigo de Luis Rubén Di Palma, al que ayudó más de una vez afuera de la pista y cuyos toques dentro de ella nunca terminó en una denuncia ante los comisarios deportivos.

El que se peleó con Marcos Di Palma, pero que luego hizo las pases y hasta le siguió los chistes y chicanas para recibir una gorra y foto autografiada del arrecifeño.

El que no denunció a Ernesto Tito Bessone tras un toque en la definición del título del TC 2000 en Tucumán 1992. Siempre tuvo códigos con sus rivales y por eso fue un fiel exponente de otra época. El que siempre estuvo dispuesto con la gente, el que chicos que nunca lo vieron correr le pidieron una selfie porque se asombraron por sus maniobras increíbles que les contaron sus padres y abuelos.

Por todo eso, el deporte argentino sufrió una gran pérdida. Pero en especial automovilismo, que sufrió la partida de su último gran ídolo. Marcó la actividad arriba y abajo de los autos de carrera en los últimos 50 años. Hoy ya es eterno. Gracias por todo Flaco.

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El Flaco Traverso en una entrevista con Darío Coronel para Infobae (Foto: Fede Asenjo)

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